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Cerebro sin etiquetas: Sexo y género influyen en su conectividad

El estudio sugiere que el género no solo depende del sexo biológico, sino también de factores sociales y ambientales.
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Se analizaron las resonancias magnéticas funcionales de casi 5.000 niños de 9 y 10 años, encontrando diferencias en la conectividad cerebral relacionadas con el sexo y el género.

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Sexo y género: ¿Dos caras de la misma moneda?

En el mundo de la neurociencia, la dicotomía entre sexo y género ha sido un tema de intenso debate. Durante mucho tiempo, se creyó que las diferencias en el comportamiento y las capacidades cognitivas entre hombres y mujeres se debían principalmente a factores biológicos, como las hormonas sexuales y la estructura cerebral. Sin embargo, investigaciones recientes han demostrado que la realidad es mucho más compleja.

El sexo biológico, definido por los cromosomas XX o XY, sin duda juega un papel importante en el desarrollo cerebral. Sin embargo, el género, la identidad con la que una persona se identifica, no siempre coincide con el sexo asignado al nacer. Esta distinción es fundamental para comprender las variaciones en la conectividad cerebral que se observan en diferentes individuos.

Se analizaron las resonancias magnéticas funcionales de casi 5.000 niños de 9 y 10 años, encontrando diferencias en la conectividad cerebral relacionadas con el sexo y el género.

Sexo y género: Los misterios de la conectividad cerebral

Un estudio reciente, publicado en la revista Science Advances, ha arrojado nueva luz sobre la relación entre el sexo, el género y la conectividad cerebral. El equipo de investigadores, dirigido por la neurocientífica Elvisha Dhamala, analizó las resonancias magnéticas funcionales de 4.757 niños de 9 y 10 años. Los participantes fueron divididos en dos grupos según su sexo asignado al nacer (AMAB o AFAB) y se les pidió que respondieran cuestionarios sobre su identidad de género y su comportamiento.

Diferencias sutiles, pero significativas

Los resultados del estudio revelaron diferencias significativas en la conectividad cerebral entre los niños AMAB y AFAB. Estas diferencias se observaron principalmente en redes cerebrales relacionadas con el movimiento, la visión y las emociones. Sin embargo, es importante destacar que estas variaciones no eran absolutas. Es decir, no todos los niños AMAB tenían la misma conectividad cerebral, y lo mismo ocurría con los niños AFAB.

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El género también deja su huella

Un hallazgo aún más sorprendente fue la identificación de diferencias en la conectividad cerebral relacionadas con la identidad de género. Estas diferencias, aunque más sutiles que las observadas entre los sexos, sugerían que el género también influye en la forma en que se conecta el cerebro.

“Esta investigación arroja luz sobre las formas complejas y matizadas en que los factores biológicos y ambientales influyen en la organización del cerebro”, explica Dhamala, “y muestra la necesidad de considerar el sexo y el género de una persona para comprender completamente la salud y la enfermedad a lo largo de la vida humana”.

La Dra. Elvisha Dhamala, profesora en el Instituto de Ciencias del Comportamiento de los Institutos Feinstein para la Investigación Médica, lideró el estudio.

Hacia una comprensión más profunda de la salud cerebral

Las implicaciones de este estudio son de gran alcance. Al comprender mejor las diferencias en la conectividad cerebral entre sexos y géneros, podemos avanzar hacia un diagnóstico y tratamiento más precisos de diversas afecciones neurológicas. Por ejemplo, si se confirma que el género influye en la presentación de enfermedades como el TDAH o la ansiedad, se podrían desarrollar estrategias terapéuticas más personalizadas y efectivas.

Sexo y género: Un llamado a la investigación inclusiva

Los autores del estudio reconocen que su investigación aún tiene limitaciones. Una de las más importantes es que la muestra solo incluyó a niños prepubescentes. Se necesita más investigación para determinar cómo podrían cambiar estas diferencias con la edad y la madurez sexual.

Además, la investigación actual se centró principalmente en poblaciones de Europa y América del Norte. Se requieren estudios interculturales para comprender cómo las variables culturales y étnicas pueden influir en la relación entre el sexo, el género y la conectividad cerebral.

Estas diferencias en la conectividad cerebral pueden tener implicaciones para la salud, influyendo en el diagnóstico de enfermedades neurológicas como el TDAH o la ansiedad.

Rompiendo con los estereotipos de género

Este estudio es un paso importante para romper con los estereotipos de género que durante tanto tiempo han dominado la neurociencia. Al reconocer la complejidad de la relación entre el sexo, el género y el cerebro, podemos avanzar hacia una comprensión más precisa de las diferencias individuales y desarrollar estrategias más efectivas para promover la salud cerebral de todas las personas.

Para seguir pensando

En última instancia, este estudio nos invita a repensar la forma en que abordamos la investigación neurocientífica. Es hora de dejar de lado las etiquetas simplistas de “cerebro masculino” y “cerebro femenino” y reconocer la diversidad de la experiencia humana. Al hacerlo, podemos abrir nuevas puertas a la comprensión del cerebro y construir un futuro más inclusivo para la neurociencia.

El sexo y el género son conceptos complejos que influyen en el cerebro de maneras sutiles y matizadas. Es importante considerar tanto el sexo como el género al estudiar la salud cerebral y el desarrollo. La investigación en curso está ayudando a desentrañar las piezas del rompecabezas y a avanzar hacia una comprensión más completa del cerebro humano.