A los perros les afecta cuando huelen nuestro estrés

Un reciente estudio científico ha revelado que los perros huelen el estrés, influyendo esto en su comportamiento y toma de decisiones.

Los perros, expertos en leer nuestras emociones

¿Alguna vez has notado cómo tu perro parece saber exactamente cómo te sientes? Esa conexión especial entre humanos y perros no es solo una intuición. Un reciente estudio científico ha revelado que nuestros fieles compañeros son capaces de detectar nuestro estrés a través del olfato. Sí, así como nosotros podemos distinguir diferentes aromas, los perros pueden identificar los cambios químicos en nuestro sudor y aliento cuando estamos nerviosos o preocupados.

La capacidad de los perros para percibir el estrés humano a través del olfato abre nuevas puertas en la investigación del comportamiento animal y la comunicación química entre especies.

El estrés humano, un lenguaje químico para los perros

Cuando experimentamos estrés, nuestro cuerpo libera una serie de sustancias químicas que alteran nuestro olor corporal. Estos compuestos volátiles, imperceptibles para el olfato humano, son como una señal de alerta para los perros. Al igual que nosotros podemos identificar un perfume o una comida por su aroma, los perros pueden decodificar estas señales químicas y asociarlas con un estado emocional específico: el estrés.

“Los dueños saben cuán sintonizadas están sus mascotas con sus emociones, pero aquí demostramos que incluso el olor de un humano estresado y desconocido afecta el estado emocional de un perro, la percepción de recompensas y la capacidad de aprendizaje”, dice la autora principal Nicola Rooney, investigadora de interacciones humano-animal en la Universidad de Bristol.

Los investigadores han descubierto que el olor del estrés puede desencadenar una respuesta de estrés en los perros, lo que puede manifestarse a través de diferentes comportamientos.

Los perros huelen el estrés: Un experimento olfativo para desvelar los secretos de la nariz canina

Para confirmar esta hipótesis, un equipo de investigadores llevó a cabo un experimento con perros y humanos. Los participantes humanos realizaron actividades relajantes y estresantes, y se recolectaron muestras de su sudor y aliento en cada situación. Posteriormente, estas muestras se presentaron a los perros durante un ejercicio de entrenamiento. Los resultados fueron sorprendentes: los perros que olían el sudor y el aliento de personas estresadas mostraban un comportamiento más cauteloso y menos propenso a explorar nuevos entornos.

El olor del estrés influye en las decisiones de los perros

Los científicos observaron que los perros expuestos al olor del estrés humano eran más reacios a acercarse a lugares desconocidos, incluso si estos lugares habían sido previamente asociados con recompensas. Esto sugiere que el olor del estrés no solo alerta a los perros sobre el estado emocional de las personas, sino que también influye en sus decisiones y comportamientos. Los investigadores creen que esta respuesta puede ser adaptativa, ya que ayuda a los perros a protegerse en situaciones potencialmente peligrosas.

Los resultados de este estudio sugieren que el estrés humano no solo afecta nuestro estado de ánimo, sino que también puede influir en el bienestar emocional de nuestros compañeros caninos.

Una conexión química que fortalece el vínculo humano-canino

Este estudio proporciona una nueva evidencia científica de la profunda conexión que existe entre humanos y perros. Al comprender cómo los perros perciben y responden a nuestras emociones, podemos fortalecer nuestro vínculo con ellos y mejorar su bienestar. Además, estos hallazgos tienen implicaciones importantes para el entrenamiento de perros de asistencia y para el desarrollo de terapias asistidas con animales.

Para seguir pensando

Esta investigación abre nuevas y emocionantes vías para explorar la comunicación química entre especies. Al estudiar cómo los perros perciben y procesan la información olfativa, los científicos pueden obtener una mejor comprensión de los mecanismos neurales que subyacen a la cognición y las emociones en los animales. Además, estos hallazgos pueden tener aplicaciones en otros campos, como la detección de enfermedades y la creación de nuevas herramientas de diagnóstico.