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Descubrimientos recientes sugieren que las lunas de la tierra podrían ser más numerosas, incluyendo asteroides temporales y otros objetos en órbitas resonantes.
CONTENIDOS
La Realidad de los Quasi-Satélites
Los quasi-satélites son cuerpos celestes que comparten una resonancia orbital 1:1 con la Tierra. Lo que significa que orbitan alrededor del Sol en el mismo período que nuestro planeta. Aunque su órbita tiene una excentricidad diferente, usualmente mayor, estos objetos se mantienen cerca de la Tierra durante muchos ciclos orbitales. Desde la perspectiva terrestre, parecen orbitar alrededor de nuestro planeta, pero en realidad, su órbita se encuentra fuera de la esfera de Hill de la Tierra. Esto, los hace inestables a largo plazo. Con el tiempo, tienden a evolucionar hacia otros tipos de movimiento resonante, donde ya no permanecen cerca de la Tierra. Luego posiblemente regresan a una órbita de quasi-satélite.
La imagen ilustra un cuasi satélite orbitando alrededor del Sol en una trayectoria similar a la de la Tierra pero más elipsoidal.
Algunas Lunas de la Tierra tienen Órbitas de Herradura
Las órbitas de herradura son un tipo de movimiento coorbital de un cuerpo pequeño en órbita con respecto a un cuerpo más grande, como la Tierra. Si la órbita del cuerpo más pequeño es un poco más excéntrica que la del cuerpo más grande, durante cada período parece trazar una elipse alrededor de un punto en la órbita del cuerpo más grande. Sin embargo, el bucle no se cierra, sino que se desplaza hacia adelante o hacia atrás. De modo que el punto que circunda parecerá moverse suavemente a lo largo de la órbita del cuerpo más grande durante un período prolongado. Cuando el objeto se acerca mucho al cuerpo más grande en cualquiera de los extremos de su trayectoria, su dirección aparente cambia. A lo largo de un ciclo completo, el centro traza el contorno de una herradura, con el cuerpo más grande entre los ‘cuernos’.
Las Lunas: Guardianes Invisibles de la Tierra
Además de los quasi-satélites, la Tierra está custodiada por dos nubes de polvo cósmico situadas en los puntos de Lagrange L4 y L5, donde la gravedad de la Tierra y el Sol se equilibran. Estas “lunas de polvo” son difíciles de detectar y requieren observaciones especializadas para su estudio. Aunque no son satélites en el sentido tradicional, cumplen una función similar desde un punto de vista visual y son un fenómeno único en nuestro sistema solar. La existencia de estas nubes de polvo fue confirmada por astrónomos húngaros y representan un área de interés para la investigación astronómica futura.
Kamo’oalewa: Un Visitante Lunar de la Tierra
Kamo’oalewa, un objeto descubierto en 2016, es un ejemplo fascinante de un quasi-satélite. Este cuerpo celeste, también conocido como 2016 HO3, comparte la órbita terrestre y se mantiene cerca de la Tierra en escalas de tiempo de siglos. Con un diámetro estimado de entre 40 y 100 metros, Kamo’oalewa podría ser un fragmento de la Luna. Lo que lo convierte en un objetivo de interés para futuras investigaciones sobre la historia de nuestro satélite natural y los procesos de colisión en el sistema solar temprano. La composición espectral de Kamo’oalewa muestra similitudes con las rocas lunares, lo que sugiere su posible origen lunar.
La Contribución de la Astronomía Aficionada
La astronomía aficionada ha demostrado ser una herramienta valiosa en el descubrimiento y seguimiento de objetos cercanos a la Tierra, incluidos los quasi-satélites. Equipos cada vez más sofisticados y accesibles permiten a los astrónomos aficionados observar el cielo y contribuir a la ciencia espacial. Un ejemplo notable es el descubrimiento de la miniluna 2020 CD3 por astrónomos en Arizona, un objeto que orbitó la Tierra durante casi tres años antes de ser expulsado de nuevo al espacio. Estos esfuerzos complementan las observaciones de telescopios profesionales y son cruciales para mantener un catálogo actualizado de objetos cercanos a la Tierra.
Para seguir pensando
Los telescopios terrestres y espaciales han sido fundamentales en la identificación y estudio de los quasi-satélites y las nubes de polvo que rodean la Tierra. Instrumentos como el Telescopio Espacial Hubble, el James Webb y telescopios basados en tierra han permitido a los científicos observar estos objetos, determinar sus órbitas y estudiar su composición. Estas observaciones son esenciales para comprender la dinámica orbital y la evolución de los cuerpos celestes en nuestro sistema solar. Además, proporcionan información valiosa para la planificación de misiones espaciales y la prevención de posibles colisiones con estos objetos.