Contacto
La ansiedad puede tener una base genética, pero también depende de factores ambientales, psicológicos y biológicos que interactúan entre sí.
CONTENIDOS
Genética: la ansiedad nos afecta
La ansiedad es una reacción natural del ser humano que nos ayuda a enfrentarnos a situaciones de peligro o estrés. Sin embargo, cuando la ansiedad se vuelve excesiva o se mantiene en el tiempo, puede afectar negativamente a nuestra salud física y mental. Según la Fundación de Salud Mental, la ansiedad está aumentando a raíz de la pandemia de COVID-19 y hasta 1 de cada 5 personas experimenta ansiedad la mayor parte o todo el tiempo. Además, se estima que un tercio de los pacientes que toman ansiolíticos no logran una remisión sostenida de la ansiedad. La ansiedad puede provocar síntomas como nerviosismo, inquietud, miedo, palpitaciones, sudoración, dificultad para respirar, insomnio, problemas de concentración, irritabilidad o cambios de humor. La ansiedad también puede estar relacionada con otras enfermedades como la depresión, la obesidad o la adicción.
¿Qué papel tiene la genética en la ansiedad?
La ansiedad no tiene una causa única, sino que es el resultado de la interacción de varios factores. Entre los los factores se encuentran la genética, el ambiente, la personalidad, el estilo de vida o los acontecimientos vitales. La genética influye en la ansiedad al determinar la sensibilidad de nuestro cerebro a ciertos neurotransmisores. Son las sustancias químicas que transmiten los mensajes entre las neuronas. Uno de los neurotransmisores más implicados en la ansiedad es la serotonina, que regula el estado de ánimo, el sueño, el apetito o la memoria.
La falta de serotonina se asocia con la ansiedad y la depresión, por eso se suelen recetar medicamentos que aumentan su disponibilidad en el cerebro, como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Sin embargo, estos medicamentos no funcionan igual en todas las personas, ya que dependen de la variabilidad genética de cada individuo.
El genoma no codificante se relaciona con la ansiedad
El genoma no codificante es la parte del ADN que no contiene la información para fabricar proteínas, que son las moléculas que realizan la mayoría de las funciones en las células. Durante mucho tiempo, se pensó que el genoma no codificante era inútil o “basura”. Ahora se sabe que tiene un papel importante en la regulación de la expresión de los genes que sí codifican proteínas. El genoma no codificante contiene información en forma de interruptores genéticos, que indican a los genes dónde y cuándo activarse. Esto es fundamental para que los genes se expresen en las células adecuadas y en el momento adecuado, garantizando así una buena salud. Cuando los interruptores genéticos no funcionan correctamente, pueden contribuir a enfermedades como la ansiedad, la depresión o la adicción.
Te Puede Interesar:
Hasta ahora no sabíamos como funciona la anestesia en el cerebro: Edición genética en el interruptor para la ansiedadLa tecnología genética CRISPR puede ayudar a tratar la ansiedad
La tecnología CRISPR es una herramienta revolucionaria que permite editar el ADN de forma precisa y eficiente. CRISPR significa “repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente espaciadas”. Estas son unas secuencias de ADN que se encuentran en las bacterias y que les sirven de defensa contra los virus. Los científicos han adaptado este sistema para usarlo como unas “tijeras moleculares” que pueden cortar y pegar el ADN en el lugar deseado. La tecnología CRISPR puede ayudar a tratar la ansiedad al modificar los interruptores genéticos que controlan la expresión de los genes relacionados con la ansiedad, como el gen BDNF, que está implicado en el crecimiento y la supervivencia de las neuronas.
Al eliminar o modificar estos interruptores genéticos, se puede alterar la actividad de los genes y, por tanto, el comportamiento de las células y los organismos.
Científicos genéticos de la Universidad de Aberdeen trabajan sobre la ansiedad
Los científicos de la Universidad de Aberdeen han descubierto un interruptor genético que juega un papel clave en el control de la ansiedad. El interruptor se llama BE5.1 y se encuentra en el genoma no codificante, cerca del gen BDNF. El equipo de investigación, dirigido por el profesor Alasdair Mackenzie, encontró que al eliminar este interruptor con la tecnología CRISPR en ratones, se reducían los niveles de ansiedad en las hembras, pero no en los machos. Esto sugiere que BE5.1 es una parte esencial de la compleja maquinaria genómica del cerebro que modula la ansiedad de forma diferente según el sexo. El estudio, publicado en la revista Molecular Psychiatry, es el primero que demuestra que la edición genética del genoma no codificante puede tener efectos conductuales significativos.
El tratamiento de la ansiedad con base genética
Este hallazgo tiene implicaciones importantes para el tratamiento de la ansiedad, ya que abre la puerta al desarrollo de nuevas terapias. Estas se realizan a partir de la modificación de los interruptores genéticos que regulan la ansiedad. Estas terapias podrían ser más eficaces y específicas que los tratamientos actuales. Las que se basan en medicamentos que actúan sobre todo el cerebro y que pueden tener efectos secundarios indeseados. Además, estas terapias podrían tener en cuenta las diferencias individuales y de sexo en la respuesta a la ansiedad. Ofreciendo así un tratamiento personalizado y adaptado a cada paciente.
Los interruptores genéticos están implicados en la ansiedad
La edición genética del genoma no codificante para la ansiedad presenta varios desafíos y limitaciones que hay que superar antes de su aplicación clínica. Uno de los desafíos es identificar los interruptores genéticos que están implicados en la ansiedad. Se estima que hay miles de ellos en el genoma humano y que su función no está bien caracterizada. Se podrá diseñar una forma de administrar el sistema CRISPR al cerebro de forma segura, eficiente y selectiva, sin afectar a otras regiones o células que no están relacionadas con la ansiedad.
Una de las opciones que se está explorando es la administración intranasal, que consiste en introducir el sistema CRISPR por la nariz, aprovechando las vías nerviosas que conectan con el cerebro. Una de las limitaciones es que la edición genética del genoma no codificante puede tener efectos impredecibles o irreversibles, que podrían alterar el equilibrio natural del organismo o provocar efectos adversos a largo plazo.
Para seguir pensando
La edición genética del genoma no codificante para la ansiedad ofrece beneficios muy prometedores para mejorar la calidad de vida de las personas. Al actuar sobre los interruptores genéticos que controlan la ansiedad, se podría modificar la expresión de los genes que están involucrados en el desarrollo y el funcionamiento de las neuronas, lo que podría mejorar el aprendizaje, la memoria, el estado de ánimo o la resiliencia.
Además, esta tecnología podría contribuir a la prevención de la ansiedad en aquellas personas que tienen una predisposición genética a padecerla. De esta forma se irá evitando así el sufrimiento y las complicaciones asociadas a esta condición. Por otro lado, la edición genética del genoma no codificante para la ansiedad permitiría explorar los mecanismos moleculares y celulares que subyacen a la ansiedad, así como identificar nuevos blancos terapéuticos o biomarcadores.