Los “fósiles vivientes” gars y esturiones poseen genomas resilientes que les permiten resistir cambios evolutivos y mantener su estructura genética casi inalterada.
La asimetría humana se manifiesta en las facciones y órganos internos. Esta característica no es un defecto, sino una consecuencia natural y necesaria de nuestra evolución y desarrollo.
La diversidad de formas y adaptaciones de los anolis revela una evolución constante. Desde colas prensiles hasta cuerpos aplanados, muestran cómo diferentes especies evolucionan ante desafíos ambientales similares de manera convergente.