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Aunque el Eoneophron infernalis se parece a un ave moderna, en realidad es un miembro de los oviraptorosaurios, un grupo de dinosaurios terópodos.
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Un pollo del infierno un dinosaurio del Cretácico
Los dinosaurios son animales fascinantes que dominaron la Tierra durante más de 160 millones de años. Luego de esto, un gran asteroide impactó contra el planeta y provocó su extinción hace unos 66 millones de años. Sin embargo, no todos los dinosaurios eran iguales, ni vivieron en la misma época, ni tuvieron el mismo destino. Algunos grupos de dinosaurios se diversificaron y se adaptaron a diferentes ambientes y condiciones, mientras que otros se extinguieron antes del cataclismo final. Uno de estos grupos fue el de los caenagnátidos, una familia de dinosaurios emplumados y con pico que se parecían a las aves modernas. Pero que no eran sus antepasados directos.
Los caenagnátidos vivieron en lo que hoy es América del Norte y Asia durante el Cretácico Superior, el último período de la era de los dinosaurios. Estos animales se extinguieron junto con ellos. Recientemente, un equipo de paleontólogos ha descubierto una nueva especie de caenagnátido que vivió justo antes del impacto del asteroide. Esto revela que estos dinosaurios no estaban en declive, sino que mantenían una alta diversidad y una amplia distribución. El nombre de esta nueva especie es Eoneophron infernalis, que significa “el pollo del infierno del amanecer del faraón”.
El descubrimiento del Eoneophron infernalis
El Eoneophron infernalis se basa en un único espécimen fósil que consiste en un hueso del muslo, un hueso de la espinilla y dos huesos del pie. Los fósiles fueron encontrados en 2014 en el estado de Dakota del Sur, en Estados Unidos. Estos huesos pertenecen a la Formación Hell Creek, una capa de rocas que contiene una gran cantidad de fósiles de dinosaurios y otros animales y plantas que vivieron en el final del Cretácico.
Inicialmente, los investigadores pensaron que estos huesos eran de un ejemplar juvenil de otra especie de caenagnátido conocida como Anzu wyliei. Esta especie, fue descrita en 2014 y que recibió el apodo de “pollo del infierno” por su aspecto de ave gigante con plumas, alas y pico, pero también con garras y una cresta ósea en la cabeza.
Sin embargo, al analizar los huesos con más detalle, los científicos se dieron cuenta de que se trataba de un adulto de una especie diferente. El animal tenía algunas características únicas, como los huesos del tobillo fusionados a la espinilla y una cresta bien desarrollada en uno de los huesos del pie. Por eso, decidieron nombrar a esta nueva especie como Eoneophron infernalis, en referencia al Anzu y al lugar donde se encontró.
El Anzu wyliei, apodado “pollo del infierno”, es un dinosaurio terópodo ovirraptorosauriano que vivió hace 66 millones de años en lo que hoy es Norteamérica. Este dinosaurio emplumado se caracteriza por un pico desdentado, una cresta prominente, largos brazos con garras delgadas.
La apariencia del Eoneophron infernalis
El Eoneophron infernalis era un dinosaurio bípedo y emplumado que medía alrededor de 1 metro de altura hasta la cadera y pesaba entre 68 y 72 kilogramos. Tenía aproximadamente el tamaño de un humano. Tenía un pico sin dientes y una cola relativamente corta. Su dieta es incierta, pero se cree que era omnívoro, es decir, que comía tanto material vegetal como animales pequeños. Su aspecto debía ser muy parecido al de un ave, pero no estaba emparentado con las aves actuales. El animal era un miembro de los oviraptorosaurios, un grupo de dinosaurios terópodos que evolucionaron de forma convergente con las aves, adquiriendo rasgos similares de forma independiente.
El Eoneophron infernalis tenía plumas en todo el cuerpo y también tenía alas, pero no podía volar, sino que las usaba para otras funciones. Utilizaba las plumas como la comunicación, el cortejo o la termorregulación. Su coloración es desconocida, pero podría haber sido variada y vistosa, como la de algunas aves actuales.
La relación del Eoneophron infernalis con otros caenagnátidos
El Eoneophron infernalis es una de las últimas especies de caenagnátidos que existieron, y forma parte de un grupo de dinosaurios muy diverso y exitoso. Los caenagnátidos se originaron en Asia durante el Cretácico Inferior, hace unos 125 millones de años. Posteriormente se expandieron a América del Norte durante el Cretácico Superior, hace unos 75 millones de años. Allí, ocuparon diversos hábitats y nichos ecológicos, y desarrollaron una gran variedad de tamaños y formas. Algunos caenagnátidos eran muy pequeños, como el Caenagnathasia, que medía solo 30 centímetros de largo y pesaba menos de un kilogramo. Otros eran gigantescos, como el Gigantoraptor, que medía 8 metros de largo y pesaba 1,4 toneladas.
El Eoneophron infernalis era de tamaño medio, y se sitúa en un lugar intermedio en el árbol genealógico de los caenagnátidos, siendo el pariente más cercano de un grupo formado por el Citipes y el Elmisaurus, dos géneros conocidos por restos fragmentarios. El Eoneophron infernalis también tiene similitudes con el Chirostenotes, otro caenagnátido de tamaño medio que vivió en la misma época y región.
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Garumbatitan morellensis: Un nuevo dinosaurio gigante: El Dinosaurio Eoneophron infernalis: Un pollo del infiernoEl hábitat del Eoneophron infernalis
El Eoneophron infernalis vivía en lo que hoy es Dakota del Sur, en un ambiente que era muy diferente al actual. En aquel entonces, la región estaba cubierta por un vasto mar interior que dividía América del Norte en dos continentes, y estaba rodeada por una exuberante vegetación de coníferas. En este ambiente abundaban los helechos y angiospermas, las primeras plantas con flores. El Eoneophron infernalis compartía su hábitat con otros dinosaurios, como el famoso Tyrannosaurus rex, el Triceratops y el Edmontosaurus, así como con reptiles voladores llamados pterosaurios y con los primeros mamíferos. A pesar de la competencia y los depredadores, el Eoneophron infernalis logró sobrevivir y prosperar, gracias a su adaptabilidad y a su dieta omnívora.
El Eoneophron infernalis y la extinción de los dinosaurios
El descubrimiento del Eoneophron infernalis aporta nuevas pruebas de que los dinosaurios no estaban en declive antes del impacto del asteroide. Los dinosaurios mantenían una alta diversidad y una amplia distribución. Esto contradice la idea de que los dinosaurios estaban condenados a la extinción por factores internos, como la competencia, la pérdida de hábitat o el cambio climático. Además, apoya la teoría de que su desaparición fue causada por un evento catastrófico externo, como el impacto de un asteroide. El Eoneophron infernalis demuestra que los caenagnátidos, al menos, estaban bien adaptados a su entorno y eran capaces de sobrevivir en condiciones adversas.
La importancia del estudio de los dinosaurios
El estudio de los dinosaurios es importante porque nos ayuda a entender cómo era la vida en la Tierra en el pasado. Además permite saber cómo han evolucionado los animales y las plantas a lo largo de millones de años. Pero también, cómo han respondido a los cambios en el clima y el medio ambiente. Los dinosaurios son un ejemplo perfecto de la evolución en acción, ya que representan un grupo de animales que surgió, se diversificó, dominó el planeta y luego se extinguió. Al estudiar los dinosaurios, podemos aprender lecciones valiosas sobre la biodiversidad, la extinción y la supervivencia. Ya que son relevantes para la conservación de las especies actuales y para la predicción de los efectos del cambio climático.
Para seguir pensando
En conclusión, el Eoneophron infernalis es una nueva especie de dinosaurio que nos ofrece una visión única de la vida en la Tierra justo antes de la extinción de los dinosaurios. Su descubrimiento demuestra que los dinosaurios mantenían una alta diversidad y una amplia distribución hasta el final, y que su extinción fue causada por un evento catastrófico externo, no por factores internos. El estudio de los dinosaurios, como el Eoneophron infernalis, es esencial para entender nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro.